Precio: ANTES 01/01/2016; 12 € (VR) / 15 €. A PARTIR DE 02/01/2016: 14 € (VR) / 17 €.
Duración: 90 minutos
Idioma: CAS
Calificación: TP
Duración: 90 minutos
Idioma: CAS
Calificación: TP
Una comedia nostálgica y canalla sobre nuestra infancia y las pequeñas cosas que han marcado a varias generaciones. El material escolar, las chucherías, los juguetes o la televisión son algunos de los temas con los que el espectador se sentirá completamente identificado.
El espectáculo es todo un viaje al pasado a través de la música, las imágenes y la comedia. Eduardo Aldan trata durante 90 minutos de volver atrás en el tiempo para hacernos sentir niños otra vez, pero con una curiosa perspectiva, descubriendo los aspectos más oscuros de nuestra infancia.
Con algunos de los monólogos con los que ha dejado huella en ‘El Club de la Comedia’.
ESPINETE NO EXISTE
‘Me arrastraron a ver ‘Espinete no existe’. Desde hace muchos años presencio cualquier acontecimiento teatral que se produce en Madrid. Disfruto con el teatro. Así que acudí al pequeño Teatro Gran Vía pero con algún recelo, la verdad. Estaba equivodado, ‘Espinete no existe’ es un monólogo que devuelve a la generación de los treinta años a su más tierna infancia. Sobre el escenario se desborda el ingenio, el talento, la gracia literaria, sin procacidades ni provocaciones. Eduardo Aldan hace una interpretación impecable, pasa la batería, mete al público en la nostalgia del texto por él escrito y albricia la comunicación de la risa y la complicidad. Conviene decir a sesudos y pusilánimes que también esto es teatro, excelente teatro por cierto’.
[Luis María Ansón. El Mundo]
‘A medio camino entre la nostalgia y la crítica, esta declaración de intenciones del polifacético artista (escribe, dirige e interpreta) está anclada en decenas de referentes, cientos si empieza a trabajar nuestro subconsciente gracias al empujón de Aldan.
Nada resulta aleatorio en esta sucesión de recuerdos animada por videos y canciones, etapas en las que se detiene para activar el resorte del recuerdo en un público que acaba participando sin que en ningún momento se haya sentido forzado a hacerlo. Sin dar estocadas al aire en vano, el hombre orquesta se parapeta en la inocencia del que no quiere crecer, y el que se mete en la piel de un niño, un niño especial y diferente, acaba rescatando el lado más melancólico y sincero en un inteligente fin de fiesta. Por cierto, no podemos evitar decirlo: Espinete existe porque lo tenemos tan dentro que es imposible hacerle callar’.
[Daniel Galindo. Lanetro]